En el verano vamos buscando el sol. El culto al cuerpo no puede estar
por encima de la adoración a Dios. Él sí que es el único Sol de
justicia. Es quien broncea de verdad aquellas entrañas que, sin verlas,
sabemos que son importantes para ser solidarios con los demás y amantes
de Dios: el corazón y el alma.
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